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3 de julio de 2012

Ciclo de cine europeo (12) 'Canino', de Yorgos Lanthimos

Para la duodécima entrega de nuestro ciclo de cine europeo les ofrecemos 'Canino' (Kynodontas, 2009), tercer largometraje del director griego Yorgos Lanthimos. Este film fue el ganador del Festival de Estoril y del premio 'Un Certain Regard' en el Festival de Cannes 2009.

Es una película tan interesante como desasosegante, de múltiples lecturas psicológicas, un ejemplo claro de cómo una gran idea argumental, un gran guión, un reparto entregado a este experimento sin concesiones y una somera puesta en escena pueden ser suficientes para crear gran cine.

En un chalet en algún lugar de Grecia un matrimonio somete a sus hijos a un proceso de robotización y lavado de cerebro, pervirtiendo su lenguaje y manipulando sus emociones, conformando un microcosmos opresivo y dictatorial de retorcida e implacable simplicidad.


Grecia saca los dientes

Jordi Minguell - El País 14 junio 2010

¿Qué es un zombi? Una flor amarilla. ¿Una autopista? Una ráfaga de aire. ¿Y Canino? La película que más te puede afectar al cerebro esta temporada y, posiblemente, la actualización que necesitaba el retrato de las familias disfuncionales en el cine.De la Grecia preincendio macroeconómico y de la Europa posmonstruo de Amstetten llega un éxito del circuito VO internacional que ganó la Cámara de Oro en la Quincena de Realizadores del pasado Festival de Cannes. Aunque la crítica todavía no se pone de acuerdo en si, aparte de inyectar certeras dosis de mala leche al retrato de la familia moderna, se trata además de una parábola política centrada en la deriva democrática actual, de una versión neurótica del mito de la caverna, de un ajuste de cuentas con los medios de comunicación.… Sólo hay algo claro: si te gustan los gatos, mejor no la veas.

En un chalet de algún lugar de Grecia vive una familia. El padre dirige una fábrica mientras la madre se ocupa de sus tres hijos posadolescentes. Un chico con picores hormonales y dos chicas que se entretienen colocándose con anestésicos. Hasta aquí, todo normal. Pero ¿qué pasaría si tus padres nunca te hubieran dejado salir de los muros de tu casa y te hubieran hecho creer que Frank Sinatra es tu abuelo, que la piscina es el mar; los zombies, flores amarillas; las autopistas, vientos, y los gatos, fieros depredadores? ¿Y si el único contacto que tienes con el exterior son unas cintas VHS de Rocky y Tiburón? "Pues sería como la típica familia griega", comenta el realizador de 36 años Yorgos Lanthimos desde la Grecia en pie de guerra. 

En su segunda película, Lanthimos dice observar la familia "desde fuera, casi como si fuera un producto de ciencia-ficción". Hijo de madre soltera, el realizador no experimentó en persona el tradicional patriarcado mediterráneo, aunque sintió la necesidad de retratar lo que a su juicio es una estructura social al borde del colapso. "En Grecia, los hijos viven con sus padres hasta los 30 años y hay mucho conservadurismo con las hijas. Quería mantenerme muy firme en la idea de hablar de la familia. Así que por eso no entiendo, aunque respeto, las lecturas que se están haciendo de mi película", dice no sin ánimo provocador. Y es que en EE UU Canino se ha leído como un ataque a la escolarización doméstica. En Europa, la crítica ha visto en esta familia una corrosiva alegoría política sobre la dictadura y ahora, con Atenas en efervescencia, un retrato de la Europa en crisis con su clase política y el Estado de bienestar. "Habría hecho la misma película hace un año. La sociedad es la misma y la familia es la misma", desvía.
La cinematografía griega depende directamente de las ayudas públicas. La coyuntura de drásticos recortes en la inversión pública pone en peligro la financiación de un cine que en los últimos años parecía superar la repercusión internacional de dos grandes vacas sagradas: Theo Angelopoulos y Costa-Gavras. Ahí están quitándose la caspa realizadores como Panos H. Koutras, cuya Strella (2009) dio que hablar entre la cinefilia gay de la pasada Berlinale, o Fillipos Tsitos, que con su Akadimia Platonos (2009) se hizo con tres premios en el pasado Festival de Locarno.

Quizá sea pronto para hablar de una nueva ola en el cine heleno, pero es evidente que varios realizadores del país buscan una voz propia a base de actualizar algunos referentes. Para muchos, Lanthimos va de la mano de Michael Haneke, aunque, según asegura, el austriaco "es mucho más serio". El humor, negrísimo, del que hace gala Canino distancia su parentesco con el responsable de otros brutales retratos familiares como en El séptimo continente (1989) o Benny's video (1992). También podemos rastrear el germen de esta rareza en la obra de un primerizo Atom Egoyan (Family viewing, 1987) y, sobre todo, en aquel Todd Solondz que incomodó a medio planeta con Happiness (1998).

"Si dejas la puerta abierta a diferentes lecturas, es más fácil que tu obra perdure", admite Lanthimos tras insistirle en la interpretación política de su obra. Una criatura que apuesta por lo absurdo para que, vía el desconcierto, el espectador saque sus propias conclusiones sobre las mentiras que dan forma a la realidad. Ya sea en familia, en la Europa de principios de siglo, o en compañía de gatos. Esos terribles monstruos que comen niños. VER PELÍCULA EN VK