"Eran tres. Entraron en la choza y empezaron a golpearnos a todos. Uno llevaba una botella de queroseno. Me agarraron entre los tres. Me inmovilizaron y empezaron a cortarme el brazo a machetazos. Cuando acabaron salieron corriendo con mi brazo y gritaron a mi madre que me echara el queroseno en la herida hasta que cauterizara y dejara de sangrar. Yo ya estaba desmayada..."
De la mano de Jon Sistiaga y "Blancos de la ira" conocemos la dramática realidad de la población albina en Tanzania, país en el que, por absurdas supersticiones, los albinos son considerados fantasmas o gente de mal fario y son mutilados o asesinados para utilizar sus órganos en conjuros de magia negra. Jon Sisitaga se introduce en este mundo de brujos y hechiceros para revelar una realidad desoladora de creencias ancestrales donde el ser humano aún puede ser sacrificado.
Estremece bastante la escena en la que Sistiaga y un albino caminan por las calles de Dar Es-Salaam y la gente se gira a mirarle con desprecio y le insultan o dicen "dili, dili...", de "deal" en inglés, negocio. Citando al propio Sistiaga, "dicen los grupos que mutilar a un albino trae buena suerte o que violar a una mujer albina cura el SIDA... Estoy el en peor lugar del mundo para nacer albino y ellos son los seres más desprotegidos de África".
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