El escalofriante asesinato público de una mujer de 22 años en Afganistán acusada de adulterio vuelve a poner de relieve la brutalidad y el primitivismo de parte de esa sociedad, pero sobre todo lo poco que ha conseguido una década de ocupación occidental. Su difusión en vídeo coincidiendo con la Conferencia de Donantes de Tokio en el que se ha vinculado la futura ayuda al desarrollo de 13.000 millones de dólares a los avances en la gobernanza, la justicia y los derechos de la mujer, sólo le añade sarcasmo al asunto, sobre todo viendo cómo se han dilapidado en estos diez años cantidades ingentes de dinero intentando infructuosamente cambiar algunos de los medievalismos que siguen presentes en la sociedad afgana. De acuerdo con la ONG Oxfam, el 87% de las afganas declaran haber padecido violencia física, sexual o psicológica, o ser víctimas de un matrimonio forzado, aproximadamente el mismo porcentaje de mujeres que son analfabetas.
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