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3 de octubre de 2012

Estupor y Temblores (19) Treinta años de Sabra y Shatila







"No sé muy bien por qué, pero entramos en Shatila por su lado más terrible. De sopetón el olor del aire cambió. El hedor era insoportable. Ahí, a mi derecha, yacían los cuerpos amontonados de decenas de mujeres y niños, muchos de ellos bebés, tirados en el suelo. Les habían matado disparándoles o acribillados a navajazos. Antes de morir las madres habían intentado salvar a sus hijos. De ahí que algunos bebés estuviesen sepultados bajo el cuerpo de su progenitora o incrustados entre sus pechos como para que no pudiesen ver el horror." Ignacio Cembrero - El País 

Antes de que se nos vaya demasiado la efeméride queremos recordar los trágicos hechos sucedidos en los campos de refugiados beirutíes de Sabra y Shatila hace (poco más de) 30 años, entre el 16 y el 18 de septiembre de 1982, cuando las milicias de la Falange Libanesa -aliadas del ejército israelí en su invasión de Líbano de aquel año- sumergieron dichos campos en una vorágine de muerte y destrucción, torturando, acuchillando y fusilando a aproximadamente 2.000 palestinos en lo que se conocería como "la masacre de Sabra y Shatila".

Las fuerzas armadas israelíes -o IDF (Israel Defense Forces)- habían puesto en marcha la operación "Paz para Galilea", invadiendo el sur del Líbano en junio de 1982 con el objetivo de expulsar a la combativa OLP del pequeño país de los cedros y como respuesta al intento de asesinato del embajador israelí en el Reino Unido, Shlomo Argov, por parte del grupo terrorista palestino de Abu NidalLos israelíes se hicieron con el control de la capital libanesa, Beirut, tras sitiarla y bombardearla durante dos meses y consiguieron que los fedayines palestinos de la OLP aceptaran abandonar la ciudad. 

Fue entonces cuando el cristiano maronita y líder de la Falange Bashir Gemayel se postuló como único pretendiente a la presidencia del país, siendo elegido el 23 de agosto. Bashir había prometido a los israelíes firmar la paz y el inicio de relaciones diplomáticas. Sin embargo, el día 14 de septiembre un atentado con bomba acababa con la vida de Bashir Gemayel y de otros 26 políticos de su partido. A pesar de que las pistas apuntaban a la autoría del atentado por parte siria la venganza de la Falange cayó sobre los indefensos palestinos que malvivían en los campos de refugiados de Beirut Oeste. 


Para el mediodía del 15 de septiembre, las fuerzas del Tsahal habían rodeado por completo el campamento de refugiados de Sabra y Chatila y controlaban todas las entradas y salidas del campo. Asimismo, las FDI ocuparon un buen número de edificios como puestos de observación. Ariel Sharón y el jefe de Estado Mayor, Rafael Eitan, se reunieron con las unidades de la milicia cristiano-falangista libanesa, para incitarlos a entrar en los campamentos de refugiados de Sabra y Chatila. La reunión terminó las 3:00 de la tarde del 16 de septiembre. Una hora más tarde, 1500 milicianos cristianos se reunieron en el Aeropuerto Internacional de Beirut, ocupado por las fuerzas hebreas, bajo el mando de Elie Hobeika, sucesor de Gemayel y marcharon a los campos.  En el marco del plan israelí, los soldados israelíes tenían que controlar el perímetro de los campamentos de refugiados y prestar apoyo logístico, mientras que los milicianos falangistas debían entrar a los campamentos, encontrar combatientes de la OLP y entregarlos a las fuerzas israelíes.


De esta forma, durante 40 horas centenares de milicianos violaron y torturaron, mutilaron y dieron muerte a cualquier persona o animal que encontraron, con la complicidad pasiva del ejército israelí, cuyos carros de combate rodeaban los campamentos. Por la noche los soldados israelíes recibieron la orden de iluminar la zona con bengalas.

"Nos topamos con el horror nada más franquear la entrada de Shatila. Estaban allí los cadáveres de los palestinos descomponiéndose bajo un sol de justicia y nubes de moscas. Tapándonos la nariz nos adentramos por alguna callejuela del campamento con las paredes salpicadas de sangre y ahí sí que encontramos a un puñado de hombres, muertos, la mayoría ancianos. También sorteamos el cuerpo de algún burro despanzurrado. Recuerdo que conté más de sesenta cadáveres aunque el número total de muertos rondaría finalmente los dos mil, según las estimaciones más fidedignas. Eran casi todas mujeres algunas, las más jóvenes, con las faldas levantadas o desnudas de cintura para abajo porque probablemente habían sido violadas."

"En Shatila no judíos mataron a no judíos ¿qué tenemos que ver nosotros con eso?"

Estas palabras del primer ministro israelí de entonces, Menahen Begin, sintetizan cómo Israel siempre ha tratado de quitarse cualquier responsabilidad en la masacre pero los informes sobre la carnicería que se estaba llevando a cabo en los campos llegaron pronto a los mandos israelíes y a quien era por entonces ministro de Defensa, Ariel Sharon, quienes hicieron caso omiso de ellos y siguieron dejando hacer a los falangistas a su antojo.

Ante el escándalo internacional que supuso la matanza Israel creó una comisión independiente, encabezada por el magistrado Isaac Kahane, para investigar la tragedia. Esta comisión llegó a la conclusión, en febrero de 1983, de que la responsabilidad recaía sobre las milicias cristianas pero también, indirectamente, sobre Ariel Sharon, que fue relegado del cargo como ministro de Defensa, lo que no le impediría ser nombrado ministro de Exteriores en 1996 y primer ministro en 2001.

El director de cine israelí Ari Folman, autor de la novela gráfica y la magnífica película de animación "Waltz with Bashir", que publicamos en este blog hace ya un tiempo en el post "Israel y la culpa" y cuyas imágenes han prologado esta entrada, fue uno de aquellos soldados judíos que custodiaban los campos y quedó traumatizado por aquellos trágicos hechos. En su película cuenta cómo durante más de veinte años no logró recordar nada del horror de aquella noche ni de las semanas siguientes. Sin embargo, el sueño recurrente e inquietante de un amigo lo motiva para buscar la verdad sobre lo ocurrido en la guerra del Líbano y encontrar respuesta a una pregunta crucial: ¿qué hizo él durante las horas de aquella despiadada matanza? 


Desafiando la amnesia colectiva de sus amigos y camaradas de armas, Folman, con dolorosa franqueza, va uniendo las piezas del macabro puzzle y su participación en el mismo. Gradualmente, su mente en blanco se va poblando de alucinadas escenas de combate y patrullaje, sufrimiento y muerte. El resultado es una apasionante reconstrucción de una experiencia olvidada, una sagaz indagación sobre lo escurridizo y voluble de la memoria, y, por encima de todo, una valiente denuncia del sinsentido de las guerras.

La invasión del país de los cedros (donde tendría que salir anticipadamente en en el 2000) costó a Israel miles de bajas, catalizó el surgimiento del grupo islámico Hizbulá, contribuyó al estallido de la Intifada y su responsabilidad en esta matanza conmocionó al mundo y borró para siempre la autocomplaciente definición del ejército israelí de sí mismo como "el más moral del mundo". Les dejamos con el documental de la BBC "The Accused" sobre este terrible crimen de guerra, otro más en la larga serie de conflictos, afrentas y contraafrentas que mantiene Israel (y sus aliados circunstanciales) con los países y pueblos árabes que le rodean.

The Accused (BBC, 2001)