Se presentó Isco en el Bernabéu y el aficionado madridista, amohinado ("añusgado" se diría en segoviano) tras ver a Neymar en el Mundial, suspiró esperanzado viendo lo bien que le queda la camiseta blanca al genio malacitano y previendo muchas tardes de gloria del que, por ahora, es nuestro gran fichaje estratégico. Un jugón español fichado a tiempo. Con Carvajal, Morata, Jesé e Isco y esperando al deseado mediocentro y quien sabe si al portento Gareth Bale el aficionado blanco puede soñar con juntar a la mejor plantilla de la historia del club, para disputar face to face con el Barça de Messi y Neymar y el Bayern de Guardiola las grandes competiciones nacionales y europeas a mayor gloria del fútbol. Y si a alguien, pongamos el Tottenham, le da por aceptar a Kaká y Khedira en el pago por Bale, el sueño se convertiría en lúbrico delirio.
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