Comenzamos nuestras entradas dedicadas a la felicidad, ese target vital que todos ansiamos pero cuya realización absoluta es, nos tememos, literalmente imposible para un ser humano consciente de sus propias circunstancias y las del mundo que le rodea.
Y lo hacemos conociendo Bhutan, un país único en el mundo, un pequeño Shangri-La de paz y equilibrio escondido en la cordillera del Himalaya que ha hecho de la consecución de la felicidad su objetivo nacional.
Enclavado entre dos gigantes, China e India, el territorio de Bután permaneció durante siglos semiaislado del mundo, ajeno a las influencias externas. Es por ello que conserva casi intactas su cultura y tradiciones y la tradición budista de Bután entiende la felicidad no como un apego a los bienes y servicios, sino como el resultado de la reflexión interior y la compasión hacia los demás seres vivos con los que conviven.
En Bután, el desarrollo no es medido por el crecimiento del producto interior bruto (PIB), sino por la felicidad nacional bruta (GNH, Gross National Happiness, en inglés). La felicidad de sus habitantes viene condicionada por la cultura, la educación y la armonía con la naturaleza con la que conviven y no por el crecimiento económico que son capaces de generar.El rey y el gobierno que rigen el país destinan el presupuesto nacional a preservar el medio ambiente, a mejorar la sociedad mediante la mejora paulatina de la educación, los servicios sanitarios y las infraestructuras sostenibles. Están decididos a asegurar que los beneficios del crecimiento lleguen a todos sus habitantes, sin importar la región o el nivel de ingresos, intentando conseguir una felicidad sostenible en sus habitantes que combine bienestar material con salud humana, conservación ambiental y resistencia psicológica y cultural.
Para acercarnos a su realidad les ofrecemos el documental (subido directamente de La2), "Bután, el camino medio a la felicidad" un interesante (y bastante complicado de encontrar en la Red) documental sobre este país singular en el que la televisión llegó en 1999 e Internet un año después. Sin embargo, y a pesar de que tras el advenimiento de las mismas ya se empezaron a notar sus efectos secundarios negativos, los bhutaneses intentan dosificar y asimilar los usos y abusos del turismo y la globalización para que aporten en términos de conocimiento del mundo más allá de sus fronteras, pero no interfieran en su desarrollo como una nación de personas sencillas que no quieren perder su inocencia y su felicidad.
Utopía??? Ojalá que no...para irse a vivir allí.
ResponderEliminarA ver si logran dosificar la modernidad para que no les pervierta y destruya como ha ocurrido en muchas otras partes.
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